Muertes por COVID-19 sin infección
Hay epidemias silenciosas, que ante la avalancha informativa relacionada con la COVID-19 pasan todavía más desapercibidas que antes. Y es que se puede morir a causa del SARS-CoV-2 sin estar infectado.
Hace unos días leíamos sobre una médico de urgencias en Nueva York que murió por suicidio, tras no poder reincorporarse a su trabajo después de haber estado enferma por COVID-19. Lamentablemente no será la única profesional sanitaria que fallecerá por suicidio durante esta pandemia.
En tiempos normales las tasas de suicidio entre el personal médico son mucho más altas que en la población general, con un aumento del riesgo de hasta 40% para los médicos hombres y 127% más para las mujeres.
Por ello es importante trabajar la resiliencia personal y hablar abiertamente de las dificultades que encontramos en nuestro trabajo, ya que el aumento de las horas de trabajo y la obligación de confrontarse a situaciones que nunca antes habíamos gestionado son generadores de ansiedad mayores.
A todo ello hay que añadir las condiciones de trabajo sin material o espacio suficiente, con sensación de abandono y desprotección. Una gran ayuda puede venir de sentirse respaldados y escuchados. Respetar las medidas de distanciamiento social y cumplir con la cuarentena no sólo son medidas eficaces para aplanar la curva, también estimulan al personal sanitario a seguir luchando.
La muerte de esta médico ha tenido una resonancia importante en la comunidad médica. Su muerte nos recuerda que esta crisis tiene ramificaciones que aún no entendemos y de las que se habla poco. Es hora de tomar medidas para evitar que las profesiones esenciales sigan desprotegidas. Son muchas las medidas que se deben tomar a nivel social e individual, pero es prioritario asegurar el bienestar de quienes se dejan la piel por salir de esta.
Hace unos días leíamos sobre una médico de urgencias en Nueva York que murió por suicidio, tras no poder reincorporarse a su trabajo después de haber estado enferma por COVID-19. Lamentablemente no será la única profesional sanitaria que fallecerá por suicidio durante esta pandemia.
En tiempos normales las tasas de suicidio entre el personal médico son mucho más altas que en la población general, con un aumento del riesgo de hasta 40% para los médicos hombres y 127% más para las mujeres.
Por ello es importante trabajar la resiliencia personal y hablar abiertamente de las dificultades que encontramos en nuestro trabajo, ya que el aumento de las horas de trabajo y la obligación de confrontarse a situaciones que nunca antes habíamos gestionado son generadores de ansiedad mayores.
A todo ello hay que añadir las condiciones de trabajo sin material o espacio suficiente, con sensación de abandono y desprotección. Una gran ayuda puede venir de sentirse respaldados y escuchados. Respetar las medidas de distanciamiento social y cumplir con la cuarentena no sólo son medidas eficaces para aplanar la curva, también estimulan al personal sanitario a seguir luchando.
Cumplir con la cuarentena no sólo es eficaz para aplanar la curva, también estimula al personal sanitario a seguir luchando. |
La muerte de esta médico ha tenido una resonancia importante en la comunidad médica. Su muerte nos recuerda que esta crisis tiene ramificaciones que aún no entendemos y de las que se habla poco. Es hora de tomar medidas para evitar que las profesiones esenciales sigan desprotegidas. Son muchas las medidas que se deben tomar a nivel social e individual, pero es prioritario asegurar el bienestar de quienes se dejan la piel por salir de esta.
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