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Desde de la Trinchera

Internet abre la puerta de los conocimientos a todo aquel que tenga la suficiente curiosidad y el necesario tiempo para adquirirlos. El debate en este terreno es estéril, intentar reprimir los deseos de la masa por acceder libremente a la información resulta inútil. Las grandes potencias censoras -sean gobiernos o empresas- están entendiendo, aunque sea por la fuerza, que en este campo la cerrazón es imposible.

Del mismo modo, la Medicina, que en sus orígenes sólo revelaba sus más oscuros secretos a los hijos y familiares de otros colegas de profesión ha conseguido dejar atrás aquella época de herencia por poderes trasladándose a la Universidad y abriéndose en las últimas décadas dejándose arrastrar por el creciente peso de la autonomía de los pacientes, que también se ha estado llamando empowerment o su traducción, empoderamiento.

Ahora hemos llegado a este punto en el que Internet propicia una mayor transparencia tanto en cualquier profesión y cargo de relevancia social. Políticos arrogantes, empresarios endiosados, publicidad engañosa, comportamientos sospechosos a cualquier nivel y demás negocios sucios tienen en la Red un hueco para ser criticados y difundidos. Hace escasos años cualquier escándalo podía silenciarse con una meticulosa campaña de márketing que hoy sólo serviría para nutrir y dar más relevancia a las críticas sociales.

Los casos se repiten una y otra vez con el esquema habitual ya conocido como Efecto Streisand. Estoy seguro de que desde el entorno sanitario volveremos a tropezar -al menos dos veces- con esa misma piedra y sin duda la caída será dolorosa.

Las redes de valoración de personal sanitario están surgiendo en nuestro entorno y con ellas pueden surgir problemas ético-legales. Sin embargo, la solución no está en negar la existencia de canales de comunicación entre pacientes, el verdadero reto está en lograr que los médicos comprendan que su reputación online es casi tan importante como su trabajo en la consulta para satisfacer las necesidades de sus pacientes.

Una mala gestión de la reputación en redes sociales y medios digitales puede llevar al médico a perder la confianza labrada durante años en la consulta. Relaciones médico-paciente pueden verse dañadas por críticas -fundadas o no- que puedan leer terceras personas. Y es labor de los médicos asegurarse de realizar una buena gestión de estas críticas que sin duda surgirán más pronto que tarde.

Ya no estamos en una era donde los Colegios debían impartir justicia interna, ahora los pacientes utilizan medios propios, abiertos y masivos para hacer valer su autonomía y si el médico no es consciente de ello o no lo respeta su cerrazón bien puede costarle la pérdida de confianza de sus pacientes.

Resistance is Futile; La Resistencia es InútilResistance is futile, las redes están aquí y nos gusten o no los pacientes están empezando a conocerlas y usarlas. Es momento de abrir las puertas de la consulta, mostrar nuestro esfuerzo y dejar constancia de nuestra labor. Como ya comenté en el I Congreso de la Blogosfera Sanitaria, debemos adelantarnos a la legislación, si actuamos de buena fe, podremos preservar y restaurar la confianza pública en nuestra profesión.

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